martes, 23 de abril de 2013

La Riviera se empapa de Britpop con Ocean Colour Scene

Sin aires de grandeza y con una puesta en escena sencilla, Ocean Colour Scene protagonizó ayer un notable concierto presentando su último disco, Painting, ante los 2000 espectadores que casi llenaban La Riviera. 

Tenemos que empezar diciendo que da gusto ir a conciertos con el tipo de público que hubo ayer en La Riviera. Nada de postureo indie, ni modernitos, ni crías que te reventasen el oído. Solo fieles al grupo, gente a la que le gusta el britpop que este quinteto procedente de Birmingham llevan haciendo durante 20 años. Debido a esto, a su no cambio de estilo (como mucho la madurez les ha llevado a dejar algo de lado los temas más rockeros por baladas), sus últimos 5 discos han pasado sin pena ni gloria por la crítica y apenas han tenido trascendencia. Pero eso mismo los hace buenos, no haberse entregado a las modas. 

Los teloneros de OCS, Stay, supieron dar la talla a base de un rock psicodelico con tintes muy "manchesterianos". Una banda muy poco conocida para el gran nivel musical que tienen. Ya telonearon hace dos años a Beady Eye también en esta misma sala. Ayer dieron un buen concierto, presentando su último disco (muy recomendable) The Fourth Division.

Alrededor de las 9 30 de la noche ya tomaban posiciones los integrantes de OCS, abriendo con Painting, el animado y rápido single del nuevo disco. Los himnos que ansiaba el público no tardaron en llegar, pues siguió The Circle, con La Riviera aún algo fría. Poco a poco, el ambiente se fue calentando, algunos solos de guitarra de Steve Cradock dejaron boquiabiertos a los asistentes en canciones como la melancólica So Low, la 'blusera' Give Me A Letter o Doodle Book, la mejor del nuevo disco de lejos. La atmósfera creada era perfecta para que el potente riff de The Riverboat Song rompiera en escena. Fue una canción espectacular, que puso en órbita al alrededor de 2000 personas que ayer estaban en la sala y dejó casi sin voz a Simon Fowler. Con Profit In Peace y los coros que la acompañan de "fight no more" y "fight some more" los británicos terminaron de meterse a la gente en el bolsillo. Tras unas cuantas baladas más, como We Made It More y This Day Should Last Forever entre otras, y presentar alguna más del nuevo disco (If God Made Everyone tiene una pista de guitarra eléctrica excepcional), el éxtasis volvió de nuevo con la grandiosa Hundred Mile High City, uno de los himnos más conocidos del britpop, interpretada a la perfección.



Después de abandonar el escenario, Simon Fowler, con acústica en mano, tocó en solitario Robin Hood, en el momento más emotivo de la velada (incluso se le escapó alguna lágrima), que quiso adornar con el comienzo de Live Forever de Oasis. Con todo el grupo de vuelta en las tablas, interpretaron la conocida It's My Shadow, otra de las mejores. El cierre de esta gran noche llegó con The Day We Caught The Train, coreada a todo pulmón por la sala entera. El público se quedó con ganas de más (faltaba aún algún temazo por sonar como Better Day), pero Fowler, Cradock, Harrison y compañía no respondieron a las demandas del respetado.
Concluyendo, muy buena actuación de OCS y muy recomendada. Transmitieron muy buen rollo tan solo con su música, sin adornos ni sentimientos de grandeza. Ya podrían aprender algunos...

@rubenkenobi
@alvaro77vv

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