miércoles, 22 de mayo de 2013

La rara madurez de Vampire Weekend

'Modern Vampires Of The City' es el tercer disco de la banda neoyorquina, en el que dejan de lado las influencias de música africana y los ritmos ska, tomando un aire más experimental y calmado

Los 'niños pijos' del indie han vuelto con un trabajo un tanto raro para lo que acostumbran. Allá por 2008, estrenaron su sorprendente e innovador primer album, Vampire Weekend (2008), que trajo consigo numerosas buenas críticas y ventas, gracias a temazos como A Punk  y Oxford Comma. Los ritmos de ska, las influencias africanas y el multinstrumentalismo otorgaron un aire renovador dentro del mundillo alternativo, en el que alcanzaron la fama muy pronto. La culminación llegó con Contra (2010), trabajo del mismo estilo que el anterior, pero mucho mejor elaborado y uno de los mejores discos de aquel año, muy conocido por canciones como Holiday o Cousins. Con esto, hace una semana lanzaron Modern Vampires Of The City (2013) en el que alcanzan una madurez nada esperada: los ritmos acelerados no son tan frecuentes, el piano coge mayor protagonismo y resulta más experimental y ensimismado en algunos tramos. Es decir, lo que fue seña de identidad en sus anteriores trabajos, ahora prescinden de ello. Similar es el caso de Arctic Monkeys y su tercer disco, Humbug (2009), por poner un ejemplo.


Analizando el disco canción a canción, no se encuentra ningún temazo de la categoría de los nombrados anteriormente y, para gusto de un servidor, deja bastante que desear. El primer corte es la sosegada Obvious Bicycle, con un ritmo muy calmado, una letra algo adolescente y el piano como elemento principal. El oyente se da de bruces con algo inesperado. Cambiando de canción, Unbelievers retoma el toque Vampire Weekend del pasado: melodía alegre, ritmo frenético marcado por una notable pista de percusión y un estribillo pegadizo. Con Step comienzan las rarezas. Esta canción, de lo mejor del disco por cierto, tiene como base algo parecido al Canon en Re Mayor de Johann Pachelbel, una letra sobresaliente que juega con las referencias a otros grupos musicales hablando de un amor cosmopolita alrededor del mundo, coros celestiales y un estribillo bastante bueno, que en la última repetición lo joden con la distorsión en la voz. La calma que hay en el ambiente la rompe Diane Young, uno de los singles que anunció el disco. La rápida percusión con cambios de ritmos es excelente y el multinstrumentalismo crea muy buena atmósfera, pero el estribillo es demasiado cargante y de nuevo el retoque en la voz no viene a cuento. Con tanto revés, Don't Lie vuelve a poner la nota de concordia, muy parecida musicalmente a la ya nombrada Step, aunque algo pesada. El ensimismamiento viene con Hannah Hunt, mientras que  Hudson (penúltima canción del álbum y cargada de referencias históricas) otorga el toque lúgubre. Everlasting  Arms, la primaveral Finger Back y Worship You (con pinceladas folk), recuerdan algo más a los anteriores discos. Justo después viene la filosófica Ya Hey, que podría resumir perfectamente el disco: letra muy currada con alusiones a la religión, ritmo pausado, melodía melosa y preestribillo notable. Lo duro viene con el estribillo, algo incómodo, y de nuevo estropeado con unas voces 'apitufadas' que sobran . Y es que el nuevo disco de Vampire Weekend parece un puedo y no quiero, parece que están dando forma a una nueva seña de identidad que seguro dará mejores resultados en un futuro.



VALORACIÓN: 5,5

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